23 de junio de 2015

Noctámbulos

Artículo de Opinión 

Noctámbulos (Nighthawks), Edward Hopper, 1942Óleo sobre lienzo84,1 cm × 152,4 cm 


Buena parte de la obra de Hopper se desarrolla entre los años de 1930 y 1940, es decir, en la época de la Gran Depresión y la postguerra. Por ello, se advierte en muchos de sus cuadros, un tono de cierta desolación y abatimiento, que son prueba de ese retrato de un país que lo ha perdido todo en el Crac del 29, también conocido como La Gran Depresión, y que luego se aboca a una Guerra que también provocará dolor y sufrimiento.
“Noctámbulos”, una de los trabajos más emblemáticos de la obra de Hopper, a simple vista podemos observar un simple paisaje urbano, pero este paisaje esconde una critica social que se esparce entre las sombras que cubren gran parte de este cuadro.
La pintura retrata una cafetería abierta en lo que parece la media noche. La calle está vacía y dentro de la cafetería, los tres clientes permanecen absortos, sin hablar, ni mirar a nadie. Los dos personajes del fondo forman una pareja, y un tercero está sentado en el bar con su espalda hacia el observador. Las narices de la pareja se asemejan a picos de lechuzas, quizá como una referencia al título de la obra.
Es evidente la utilización de la técnica del claroscuro. Los colores en las sombras son fríos y la combinación de colores dentro del área iluminada con luz artificial, tiene colores fuertes, que son una influencia directa de la corriente pictórica del fauvismo.
En el bar de "Noctámbulos" los pocos personajes que aparecen salpican al espectador con gotas de cotidianidad, pero también de soledad. El mismo pintor escribió sobre su cuadro en estos términos:"Muestra lo que me imagino en una calle de noche; no es necesariamente algo en especial. He simplificado mucho la escena y agrandado el restaurante. Quizá de un modo inconsciente he pintado la soledad en una gran ciudad".
Esta escena parece un fotograma de alguna película del cine negro, con la que también identificamos la Norteamérica de los años cuarenta. Este cuadro nos plantea un punto de reflexión, pero también un lienzo de pintura pura. La nitidez de sus trazos, la pureza de la imagen, la luminosidad del cuadro, el contraste de luz y su realismo, permiten al espectador transportarse a la escena y sentir la tristeza, y soledad que evoca Hopper en cada pincelada.
En este cuadro se puede notar la forma en que Hopper refleja la soledad de la noche, esa soledad de los noctámbulos; de personas que hacen actividades en la tranquilidad que la noche ofrece. Hopper transmite la sensación de una calle desértica, de un silencio ensordecedor que nace en la oscuridad, pero que se transforma en  melodía al hacer contacto con la iluminación.
La representación de los personajes, enajenados uno del otro y sumergidos en su propio mundo es una alegoría clara del desasosiego que vivía la sociedad norteamericana, producto de la crisis financiera y la guerra.

Redacción:
Moisés Valencia P.

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