Artículo de Opinión
Noctámbulos (Nighthawks), Edward Hopper, 1942Óleo sobre lienzo84,1 cm × 152,4 cm
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Buena parte de la obra de
Hopper se desarrolla entre los años de 1930 y 1940, es decir, en la época
de la Gran Depresión y la postguerra. Por ello, se advierte en muchos
de sus cuadros, un tono de cierta desolación y abatimiento, que son prueba de ese retrato de un país que lo ha
perdido todo en el Crac del 29, también conocido como La Gran Depresión, y que luego se aboca a una Guerra que
también provocará dolor y sufrimiento.
“Noctámbulos”, una de los trabajos más emblemáticos de la obra de Hopper, a simple vista podemos observar un simple paisaje
urbano, pero este paisaje esconde una critica social que se esparce entre las sombras que cubren gran parte de este cuadro.
La pintura retrata una cafetería abierta en lo que parece la media noche. La calle está vacía y dentro de la cafetería, los tres clientes permanecen absortos, sin hablar, ni mirar a nadie. Los dos personajes del fondo forman una pareja, y un tercero está sentado en el bar con su espalda hacia el observador. Las narices de la pareja se asemejan a picos de lechuzas, quizá como una referencia al título de la obra.
La pintura retrata una cafetería abierta en lo que parece la media noche. La calle está vacía y dentro de la cafetería, los tres clientes permanecen absortos, sin hablar, ni mirar a nadie. Los dos personajes del fondo forman una pareja, y un tercero está sentado en el bar con su espalda hacia el observador. Las narices de la pareja se asemejan a picos de lechuzas, quizá como una referencia al título de la obra.
Es evidente la utilización de
la técnica del claroscuro. Los colores en las sombras son fríos y la
combinación de colores dentro del área iluminada con luz artificial, tiene
colores fuertes, que son una influencia directa de la corriente pictórica del fauvismo.
En el bar de
"Noctámbulos" los pocos personajes que aparecen salpican al
espectador con gotas de cotidianidad, pero también de soledad. El mismo pintor
escribió sobre su cuadro en estos términos:"Muestra lo que me imagino en
una calle de noche; no es necesariamente algo en especial. He
simplificado mucho la escena y agrandado el restaurante. Quizá de un modo
inconsciente he pintado la soledad en una gran ciudad".
Esta escena parece un
fotograma de alguna película del cine negro, con la que también
identificamos la Norteamérica de los años cuarenta. Este cuadro nos
plantea un punto de reflexión, pero también un lienzo de pintura pura. La
nitidez de sus trazos, la pureza de la imagen, la luminosidad del cuadro, el contraste
de luz y su realismo, permiten al
espectador transportarse a la escena y sentir la tristeza, y soledad que evoca
Hopper en cada pincelada.
En este cuadro se puede notar
la forma en que Hopper refleja la soledad de la noche, esa soledad de los
noctámbulos; de personas que hacen actividades en la tranquilidad que la noche ofrece. Hopper transmite la sensación de una calle
desértica, de un silencio ensordecedor que nace en la oscuridad, pero que se
transforma en melodía al hacer contacto con la iluminación.
La representación de los
personajes, enajenados uno del otro y sumergidos en su propio mundo es una
alegoría clara del desasosiego que vivía la sociedad
norteamericana, producto de la crisis financiera y la guerra.
Redacción:
Moisés Valencia P.
Redacción:
Moisés Valencia P.
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